La saliva es un líquido transparente formado mayoritariamente por agua, y, en un 1%, por otros componentes orgánicos e inorgánicos. Diariamente, producimos entre 500 y 700 ml de saliva o lo que es lo mismo, unos 230 litros al año.
Los romanos llamaban la llamaban «et aqua vitae ab ore”, es decir, “el agua de la vida de la boca”. Las glándulas salivales segregan saliva para proteger mecánica y químicamente a la cavidad bucal de muchas infecciones. Además, ayuda a elaborar el bolo digestivo, permitiendo que los alimentos pasen de la boca al estómago sin dañar el esófago, creando esta segregación viscosa que ayuda a empezar a digerir los alimentos.
También es fundamental para la fonación y el habla al lubricar todas las mucosas, el esófago y la laringe. Sin ella, los sonidos que emitimos no serían los mismos. Nuevas investigaciones están descubriendo la gran importancia que tiene en la percepción de los sabores (y olores).
FUNCIONES
- Desmenuzar la comida en partículas más pequeñas
- Formación del bolo para deglutirlo
- Inicio de degradación y digestión de la comida
- Participación en la percepción de sabores y olores
- Producción de estímulos gástricos
- Regulación de la ingesta y de los comportamientos alimentarios
- Limpieza, lubricación de la boca y acción antibacteriana
- Neutralización del ácido en boca
- Producción del resto del tubo digestivo
- Fonación y habla.
SALIVA Y DIGESTIÓN
Nada más ingerir un alimento, las glándulas salivales empiezan a producir saliva para ayudar a lubricar y descomponer los alimentos. El proceso digestivo empieza en la boca. Y este proceso no es solo mecánico, sino que también interviene la lengua.
A este aspecto mecánico se le suma un importante papel químico a través de determinadas enzimas que empiezan a descomponer los alimentos. Entre las enzimas de la saliva destaca la alfa-amilasa o ptialina, la cual se encarga de iniciar la digestión de los hidratos de carbono.
Todo ello va preparando lo que se conoce como bolo alimenticio para que pueda ser deglutido y prosiga el resto del proceso digestivo.
SALIVA Y SABORES
Se sabe que la saliva ayuda a detectar la información química de los alimentos. En la actualidad, se están realizando importantes avances en este campo.
Cuando comemos, realmente no saboreamos la comida en sí, sino una mezcla de comida y saliva. Para que los alimentos tengan sabor es necesario que primero las sustancias químicas que contienen se disuelvan en la saliva. Una vez disueltas, estas sustancias químicas pueden ser detectadas por los receptores de las papilas gustativas.
La saliva se convierte así en un traductor y mediador de los sentidos del gusto y del olfato. Se ha comprobado cómo su composición varía de una persona a otra y está muy relacionada con las preferencias alimentarias.
SALIVA Y SALUD ORAL
La saliva es imprescindible para una adecuada salud bucodental. Posee varias funciones como son la lubricación oral, función inmunológica, antiinflamatoria, cicatrizante y antiinfecciosa.
También posee una importante función en la regulación del pH oral, haciendo que los ácidos que se producen sean neutralizados, protegiendo al esmalte de una desmineralización. Uno de los mayores factores de riesgo, tanto de caries como de enfermedad periodontal, es precisamente la disminución de la producción de saliva (xerostomía). Las relaciones entre la saliva y la patología periodontal son varias. Por una parte, los pacientes con enfermedad periodontal presentan mayor nivel de mucina (proteína salival).
Por otra parte, el daño tisular derivado de la enfermedad periodontal hace que se liberen a la saliva numerosas enzimas. También se ha comprobado un aumento del pH de la saliva (menos ácido) en pacientes que presentan enfermedad periodontal.